En el lenguaje expresivo del retrato los rostros se enfrentan al espectador con una intensidad contenida, sostienen la mirada con una actitud serena. Con una paleta suave o en blanco y negro cada rostro emerge del lienzo con una presencia silenciosa pero elocuente, que trasmite fuerza, serenidad, introspección.
La luz, casi siempre lateral, modela los volúmenes con delicadeza.